Un reciente estudio ha encendido las alertas sobre una conducta común pero polémica: ser amigo de una expareja. La investigación concluye que este tipo de vínculo podría estar asociado a rasgos de psicopatía, como la manipulación, la falta de empatía y el interés estratégico por mantener esa cercanía. En lugar de ser una muestra de madurez o nostalgia, el contacto frecuente con un ex podría tener motivaciones más frías de lo que parece.
No obstante, los expertos aclaran que esta conclusión no implica que todas las personas que conservan una buena relación con sus ex sean psicópatas. Lo que el estudio sugiere es una correlación, no una condena absoluta. Por tanto, aunque es válido mantener ciertos vínculos pasados, también es importante observar el trasfondo emocional o estratégico que podría estar motivando esa amistad.