Lejos de ser un signo de debilidad, llorar durante una película podría revelar una sofisticada capacidad emocional. Así lo aseguran psiquiatras y neurocientíficos, quienes explican que este tipo de reacción está ligada a una mayor inteligencia emocional, la cual incluye habilidades como la autoconciencia, la empatía y la regulación emocional. En el mundo del cine, donde las emociones se viven con intensidad, las lágrimas no serían un escape involuntario, sino una señal de fortaleza interior y sensibilidad hacia las historias humanas.
El neurocientífico Paul Zak ha demostrado que narrativas emocionalmente poderosas pueden estimular la producción de oxitocina, conocida como la “hormona del amor”, la cual fortalece los lazos afectivos y profundiza la empatía. Robert Froemke, otro referente en la materia, sostiene que esta hormona actúa como un “regulador del volumen” en el cerebro, amplificando las emociones vividas en ese momento. Así, el llanto frente a una escena conmovedora no solo sería una reacción natural, sino una expresión tangible de una mente emocionalmente saludable y resiliente.