Dicen que el fruto nunca cae muy lejos del árbol, y al parecer con los traumas no es distinto y la ciencia lo confirma. Un estudio encontró que el estrés infantil no solo deja cicatrices emocionales, sino que también puede marcar el ADN y transmitirse a las generaciones futuras. En los hombres, estas huellas aparecen en el esperma, mientras que en las mujeres pueden transmitirse a través de los óvulos o incluso durante el embarazo. Es decir, si alguna vez has sentido que cargas con problemas que no pediste, quizá puedas culpar a la genética… y a tus antepasados estresados. Yo solo quería heredar un terreno en el sur…
Este fenómeno no es nuevo, pero estudios en descendientes de sobrevivientes de guerras y personas nacidas en épocas de hambruna muestran que los efectos pueden perdurar por generaciones. Así que, si alguna vez te has preguntado por qué la ansiedad te viene “de fábrica”, la respuesta podría estar en una abuela preocupada o un tatarabuelo que vivió tiempos difíciles. Al final, la herencia no es solo genética o monetaria, también es emocional… y al parecer, no podemos escapar.
