Un grupo de científicos logró desarrollar, por accidente, una telaraña sintética con características sorprendentes. El hallazgo ocurrió cuando un investigador, al limpiar un recipiente con acetona, notó que la solución comenzaba a formar fibras similares a las de una telaraña. Inicialmente, estas podían soportar hasta 20 gramos, pero al agregar quitosano, un material derivado de los exoesqueletos de insectos, y un tampón de borato, su resistencia se multiplicó por 200 y su capacidad adhesiva aumentó 18 veces.
Las fibras obtenidas tienen un diámetro que varía entre el grosor de un cabello humano y medio milímetro, y pueden adherirse a diversos materiales como madera, plástico, metal y vidrio. Aunque aún no alcanzan la resistencia de las redes de Spiderman, este descubrimiento abre la puerta a posibles aplicaciones en ingeniería, biomedicina y materiales de construcción avanzados.