Un fenómeno cada vez más conocido es el “lamento crónico”, una especie de síndrome que le ocurre a las personas que se quejan de manera constante y por todo, el cual puede llegar a tener implicaciones negativas en la salud mental y física.
De acuerdo a expertos, la queja crónica puede surgir como un mecanismo de afrontamiento ante tensiones cotidianas, buscando liberar estrés o validar emociones.
Esto se vuelve perjudicial cuando se convierte en un hábito constante que impacta las relaciones familiares, laborales y sociales.
Según un estudio realizado por la Universidad de Stanford en 2015, quejarse 30 minutos todos los días puede afectar las neuronas del hipocampo, que es el área del cerebro que se usa para resolver problemas y el funcionamiento cognitivo.
Desde la misma casa de estudios dan cuatro formas para combatirlo: Practicar la gratitud, identificar soluciones, poner atención a las palabras y saber poner límites.