Bienvenido y bienvenida al maravilloso mundo de las siestas, para algunos esta costumbre es primordial de cada día, pero para otros les llega a producir hasta jaquecas. Por eso hay que tener bien claro cuánto tiempo le vamos a invertir a esta jugada y en que horario conviene más. Después de todo, estos pequeños descansos pueden favorecer la atención, el aprendizaje y el buen humor.
Aquí viene lo pro, porque el centro de noticias científicas de la Universidad Nacional de Quilmes, Malen Moyano, biotecnóloga de la UNQ, dijeron: “Desde el momento que nos despertamos empieza a acumularse la presión de sueño. Para disiparla es necesario irse a dormir, lo cual sucede en el siguiente ciclo de sueño que suele ser a la noche. Es como imaginarse una curva que va creciendo y, mientras más temprano se amanece, más alto llega la curva en un horario que suele ser después del mediodía”.
Por lo tanto, la siesta consiste en: “puede servir para suplir deficiencias en el sueño nocturno y son particularmente útiles como una medida preventiva en personas que trabajan en turnos rotativos o turnos nocturnos para combatir la somnolencia diurna y aumentar el alerta, mejorar el ánimo y la performance”.
Pero lo que debemos aprender es el horario ideal de cada uno: La siesta debe adecuarse al contexto diario de cada persona. Pero los expertos sugieren que lo mejor es realizarla entre las 13 y las 15 horas para que no tenga influencia en el sueño nocturno.
“lo ideal es siempre escuchar al cuerpo y tomar la siesta en el horario en el que lo necesitamos, cuando la presión de sueño se acumula en nuestro sistema y necesitamos dormir”.
Para los adultos (y también para los adultos con espíritus de niños) se les recomienda dormir siestas cortas que van entre los 15 y los 45 minutos. Esto debe favorecer el rendimiento cognitivo y el estado de alerta.
Así que sigamos estos consejos al pie de la letra y evaluemos nuestro rendimiento diario.